1998
El triunfo de los 911
“El 911 es el único coche con el que se puede participar en un safari africano, correr las 24 Horas de Le Mans, ir al teatro o pasear por las calles de Nueva York".
(Ferry Porsche)
Presentado en el Salón del Automóvil de Frankfurt en 1963, el 911 hizo su primera aparición en Le Mans en 1966. Es la base del desarrollo de modelos míticos como el 935 “Moby Dick”, ganador de 1979. Acostumbrado al éxito, el 911 RSR sigue optando a la victoria en la categoría de Gran Turismo.
En la edición de 1998 el fabricante presentó dos equipos muy diferentes. El experimentado trío del n.° 25 compuesto por Müller, Alzen y el piloto Bob Wollek, que celebra ese año el vigésimo octavo de sus treinta participaciones en las 24 Horas de Le Mans. Laurent Aiello, Allan McNish y Stéphane Ortelli, los jóvenes pilotos del n.° 26, llevan entre una y cuatro participaciones en la prueba.
… ¡Y de la juventud!
Un Toyota aguanta firme a la cabeza cuando, a una hora y media del final de la carrera, se detiene cerca de Arnage a causa de un fallo de transmisión. El Porsche n.º 26 se queda el primer puesto, seguido por su coche homólogo. El Nissan que completa el podio está muy lejos y los dos alemanes pueden llegar con seguridad a la línea de meta. Con este doblete se celebran como es debido los cincuenta años de la marca de Stuttgart.
Con una edad media de 28 años, el equipo ganador es el más joven en ganar en la historia de las 24 Horas. En una época en que el teléfono móvil está poco generalizado y la práctica del selfi mucho menos extendida que hoy, los tres jóvenes ganadores inmortalizan su victoria haciéndose una foto en el podio. La cámara es desechable, ¡pero la instantánea da la vuelta al mundo!
En 1998 el estadounidense Don Panoz concurre con el primer coche de carreras híbrido en la historia de las 24 Horas. Un motor Ford de 6 litros se combina con un motor eléctrico. Funcionamiento: las baterías se recargan al frenar y recuperan energía al acelerar.
El Panoz Q9 logró un tiempo adecuado en los entrenamientos, pero insuficiente para calificar el coche.
En 1998 Hervé Poulain confió la decoración de su Art Car (un Porsche… ¡911 precisamente!) a su amigo, el caricaturista de prensa Georges Wolinski.
La atrevida decoración del coche puede no agradar a todo el mundo pero es representativa de la obra del artista que nunca ha dejado de aparecer en escena y cuestionar la relación entre hombre y mujer. Las elucubraciones de la fantasía llevan a una celebración del humor y la libertad.